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sábado, 10 de enero de 2009

RODRIGO ROJAS TERÁN

IMÁGENES SOLITARIAS…

Yo amo los himnos de los vientos cotidianos
porque la música del campamento se ha ido,
y sus sombras y colores se derraman en un apartado silencio sin significado.
Los solitarios mineros van hacia la Muerte día a día
por caminos que se convierten en sensibles reflejos;
Al atardecer, retornan por un nuevo camino
donde todo su cauce es piedra, polvo y cobre; y desde
sus almas crece un canto testificado en la hambruna de la Pampa y la Tierra.
Cuando amo la noche, los Pirquineros-Fantasmas,
salen por los túneles de la mina,
llevando en su carretilla pedazos de cobre,
trozos de olvidos y recuerdos que fulgurecen desde los cerros durante años y años.
Ahora, en el despertar blindado del amanecer,
un sol difuso se asoma en los pliegues de las nubes,
los solitarios mineros se ven con sus propios fantasmas,
alcanzando signos en el relieve caminante
donde una danza de polvos gira y propaga su sello,
ahí mismo ellos me han dicho: “Y cuando llegue el tiempo de morir, hijo,
sólo los objetos perdurarán con su música a través de los caminos;
el polvo, la piedra y el cobre”.

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