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miércoles, 18 de marzo de 2009

CAROLINA GONZÁLEZ VELÁSQUEZ

SOY MUJER...

Soy mujer
por algo más que la casualidad
de le conjunción de dos equis
en el juego cromosomático
de mis padres.

Soy mujer
por algo más que la pintura en mis ojos
en mis labios
en mis largas uñas
por algo más que los pequeños tesoros
que cuelgan de mis orejas
mis dedos, mi cuello
u otro sitio que pretenda decorarme.

Soy mujer
por mucho más que esas curvas
que la mente masculina excita
este par de montes en mi pecho que alimentan
y estas caderas que se mecen al andar
cuna de nuevas vidas.

Soy mujer
por mucho más que mi largo cabello
ese que se vuela con el viento
cuando sube la marea
por mucho más
que una perdida sanguínea
que me marca mensualmente
que cambia mi ánimo, mi cuerpo
a veces,
hasta mi forma de mostrar mis sentimientos

Soy mujer
Por mucho más
que unas lágrimas que no se reprimen
que vuelan en las alegrías inmensas
y se llevan la amargura
de todas las tristezas

Soy mujer
por que así nací
por que quiero serlo
por que me comparo con la tierra...
me pisoteas
y sobrevivo y te alimento
me abandonas
y sigo siendo fecunda
y sigo teniendo espacio para abrazarte

Soy mujer
por que puedo abrir caminos con mis palabras
aunque quieran acallarme
por que puedo ser fuerte
tremendamente poderosa
con sólo proponérmelo

Soy mujer
y no tengo por qué explicarlo
soy mujer
y estoy orgullosa
de serlo.

viernes, 6 de marzo de 2009

ARTURO VOLANTINES

ARAS CHCHALPA

EN LA MADRUGADA DE SU ALDEA
SE INCLINABA EN TORNO A UNA TORTILLA,
PARA COMPARTIR UN TÉ CON HIERBABUENA.
YA NO ESTÁ EN SU SOMBRERO,
EN SU BARBA, EN SU MARTILLO
ABLANDANDO LA ROCA DEL HOMBRE.
SE FUE DETRÁS DE LA TROPA,
BUSCANDO UN DIOS
CON MANOS ANCHAS
PARA SU PUEBLO OLVIDADO.

lunes, 2 de marzo de 2009

MARIETTA MORALES RODRÍGUEZ

EL AMOR EN LOS TIEMPOS DE LA DESESPERANZA

En el teatro de marionetas
el estruendo de Puccini
retumba en tus oídos.
Es la vorágine
que te ahoga entre edificios y jeringas
en los atardeceres,
en las melodías del clarinete
junto con el café evaporado.
Buscas la vida en el cajón de fósforos
entre el baño y la cocina.
En la cantina de la esquina
el sonido de los látigos
anunciaron la última travesura del ángel descarriado.
Al sonido de Armstrong,
que cae como la lluvia de los anuncios en las calles hùmedas,
la fotografía
de fin de siglos
que estremece los amaneceres del mundo.