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miércoles, 11 de septiembre de 2013

OMAR MONROY



MINERO

Deambuló por llanuras
y sierras solitarias.
Escupió sol y viento
por sus pulmones secos.
Conoció el abrazo
gélido de la noche
que congeló sus huesos.
El desierto le enseñó
su soledad y silencio.
También sus secretos.
Sintió en sus sienes
el veneno de la puna.
Supo del lío de cerros
que lo enloqueció de sed
en su alfombra de fuego.
El sol del crepúsculo
le ofreció compasivo
un espejismo de agua.
Pero ya era tarde,
la muerte revoleteaba
en las alturas.