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sábado, 10 de noviembre de 2018

MARÍA ISABEL PERALTA

Caravana parda


Se vierten los acasos
como una vena rota en los ribazos
y manchan hasta el campo de la nieve
pero mi extraño mal que nadie encuentra
ha de irse, Señor, por la ancha puerta
que abre la trizadura de las sienes.

Y tú has de perdonarme
y el signo de tu amor habrás de darme:
que me sepa acogida en tu regazo.
Enferma, enferma, enfema ¡siempre enferma!
perdóname, señor, deja que duerma.
¡Cierra mis ojos turbios de cansancio!

El ala de vampiro
de la noche, que envuelve los martirios,
tú la doblas, Señor, con mano buena;
pero si el ala inmensa tanto tarda
en cobijar mi caravana parda
ha de hallar sola la escondida tienda. 

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