lunes, 18 de mayo de 2015
MARIA ISABEL PERALTA
CANTAR
Duéleme el cantar, si canto,
duéleme el reír, si río.
Madre, ¿por qué sufro tanto,
que, hasta el zumo que se exprime
en mi lagar, es amargo?
La herida, recién bierta,
y la ya cicatrizada
que teñida está de rojo,
parece también que sangra.
Me duelen, Madre, me duelen...
¡Estoy toda lacerada!
No hay bálsamo para llagas
ni palabras de milagro.
Ha de írseme la vida
como el perfume del vaso.
Madre, se me va el perfume...
¡Y ni sabrán que he pasado!
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