HIMNO EN LA
CORDILLERA DE LA COSTA
¡La piedra¡ yo quiero cantar la
piedra:
¡oh, madre oscura, mía,
repartida!
Cuando mi amor la toma
y acaricia,
en la mano me queda,
pura y tibia,
la forma tenebrosa
de la Tierra.
La piedra es flor
dormida en su tristeza,
espuma de
la Muerte, grave harina.
Tal vez la
piedra sea una sonrisa:
la del
silencio puesto de rodillas,
levadura de rabias y osamentas.
La piedra en cuajos, como fruta seca,
o en multitud de inmóvil fantasía,
recuerda al hombre su raíz
marchita:
¡ella – la piedra –
mendicante o cima,
siempre es una
más allá de sementeras!
domingo, 23 de diciembre de 2012
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